Ahora dentro del espíritu de Francia está abortar

7 de marzo de 2024.
La última semana de febrero Francia sorprendió al mundo convirtiéndose en el primer país del mundo en constitucionalizar el aborto como derecho. Esto es, la potestad que las mujeres tenían para abortar en Francia, que estaba ya despenalizado desde 1975, ahora está plasmado en el texto fundamental francés, pero no como cualquier cosa sino como derecho.
Especialistas franceses, sin posicionarse en contra de la medida, dijeron que en realidad la reforma era innecesaria, pues el Consejo Constitucional Francés nunca se había posicionado contra el fomento del aborto, y que pareciera ser una medida populista de Emmanuel Macron quien buscaría estarse dando credibilidad como político de izquierda, en un país donde el aborto hacía mucho estaba ya tratándose como un derecho.
Desde 1975 que Francia despenalizó el aborto, tratándolo como un derecho consagrado en ley, los políticos franceses han ampliado el acceso al aborto con hasta nueve reformas a la norma, obviando toda duda razonable acerca del daño a las mujeres y al no nato. Esta actitud presumida como prudencial —solo empujar el aborto cuando «el no nato no sienta»—, expuesta por el feminismo, se destapó como un engaño, toda vez que, aunque antes insistían en que el aborto solo iba a estar procurado en la temporalidad donde estuviera claro que el no nato no siente —cosa que nunca han tenido claro—, todo empuje político que han echado a andar se ha hecho con el propósito de fomentar el aborto a toda costa, sin intentos reales de analizar el impacto que la medida tiene, ya ni siquiera en el no nato, que sabemos no les interesa, pero tampoco han tenido el menor de los análisis sobre el impacto en las mujeres, las cuales, cada vez más, ven la práctica como una acción trivial y hasta saludable.
Para Francia el aborto ya no solo es potestativo, sino que es deseable.

A pesar de lo dicho antes, que Francia ya tenía regulado el aborto como un derecho, al hacer mención explícita a este «derecho» en su constitución mandan otro mensaje al mundo, y es que el aborto ya no solo es potestativo, esto es, que las mujeres puedan o no acceder a él, sino que además hace parte del espíritu de la Nación francesa —pues hay que recordar que los textos legales fundamentales de los países, sus constituciones, contienen los preceptos esenciales políticos sin los cuales no se podría considerar que el país fuera tal, de acuerdo a los valores que aquella nación quiera reflejar a la sociedad— por lo que la consideración especial al aborto expresa entrelíneas que este pretendido derecho es una condición deseable por la cual las mujeres deberían someterse.
En todo caso la situación francesa evidencia el camino de su política no solo sexual, sino cultural —habiendo una avanzada en contra de la maternidad, con ello de la natalidad, y en general del espíritu familiar— que contrastará con la alta tasa de inmigración, en especial de países islámicos, poniendo en entredicho los verdaderos derechos de las francesas en muchas comunidades donde la idiosincrasia musulmana se está imponiendo. En definitiva, Francia se está perfilando para padecer una crisis cultural que podría poner en riesgo su integridad política ya de por sí socavada por los propios franceses.
Esta Francia es una buena heredera de la Revolución, inmoral; tal cosa los precipitará a la condena.