Los valores de la monarquía: la visita de Felipe VI a Paiporta
Ciudad de México a 3 de noviembre de 2024.

El rey de España visitó este 3 de noviembre la localidad de Paiporta en Valencia, una de las comunidades devastadas por el paso de la DANA que dejó miles de euros en destrucción y centeneras de muertos. Recientemente, en Valencia, la DANA provocó lluvias torrenciales que causaron graves inundaciones en distintas áreas de la región. Estas lluvias intensas llevaron al colapso de algunas infraestructuras, cortes de tráfico y situaciones de emergencia en varios municipios, además de daños en viviendas y negocios. Las imágenes y reportes mostraron calles convertidas en ríos y automóviles arrastrados por la corriente.
Los valencianos, azotados por la DANA, evidenciaron una tardía y negligente respuesta, tanto por parte del presidente autonómico de la comunidad Valenciana como por el presidente del Gobierno español, mostrándose aquel tardío en la declaración emergencia, mientras que este fue, además, inepto en proveer ayuda tanto humana como material, lo que les ganó el desprecio de los damnificados. Este dato es relevante, porque el Gobierno, encargado de haber provisto a los ciudadanos de la ayuda necesaria, decidió «acercarse» y verse empático después de haberse mostrado insensibles, como lo demostró Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, con declaraciones como «si necesitan ayuda que la pidan». Y después de rumores según los cuales Sánchez habría evitado asistir a Valencia para evitar abucheos en su contra, cosa que finalmente ocurrió, quejándose después fuentes del Gobierno diciendo que habría sido el Rey el que se habría empecinado en asistir a la zona damnificada.
Los eventos nos dejan una reflexión interesantísima, acentuándose en España, como vemos en México, que la clase política está en crisis y que pocas veces, como vemos de todos los grupos progresistas, hay una preocupación real por los compatriotas. No hay caridad, no hay solidaridad de parte del consenso progre. No son tan rápidos para prestar la mano como para intervenir en las libertades de las personas y malversar la identidad nacional, cercenándola para hacer más fácil la asimilación de sus desvalores. Frente a este escenario fue el Rey quien se puso al frente, atendió las demandas en Paiporta, mostrando templanza y grandeza al momento de continuar con su visita al pueblo, luego de que Sánchez huyera del lugar. Pasado este momento los ánimos bajaron y los reyes, ya solos, pudieron acercarse más efectivamente a los valencianos.
Como es sabido, en una monarquía parlamentaria la labor ejecutiva la guarda el Gobierno, solo teniendo la Corona labores institucionales, de arbitraje y mediación, símbolo de la unidad de la Nación, pero frente a la inacción de la clase política podríamos garantizar mejor el manejo de crisis si el Rey pudiera disponer de manera directa y sin el aval del Gobierno, en casos de discrepancia, del uso de las fuerzas armadas, la Guardia Civil o de instituciones desconcentradas del Estado.

Particularmente decimos que esa es una labor que las organizaciones patrióticas aún no han emprendido por militar, a pesar de que está generalizada la defensa de la monarquía tanto por sus bondades intrínsecas como por su arraigo en la identidad histórica de España. Una monarquía que no conserva el poder ejecutivo podría actuar de manera más eficaz si se le concede la posibilidad de no estar constantemente avalada por la clase política y, haciendo un símil con México, teniendo potestad en el funcionamiento de organismos constitucionales autónomos o pudiendo usar elementos armados o civiles para, como en este caso, ordenar de forma directa la ayuda.
Propuestas institucionales aparte, Felipe VI demostró una de las bondades monárquicas más claras: como la familia en su padre, los nacionales encontraron abrigo en la disponibilidad del Rey para escucharlos, convirtiéndose en un símbolo de templanza y resiliencia, como demostraron cientos de comentarios en redes sociales, agradeciendo a los reyes por no trastabillar, tener la valentía de oír a su pueblo, aunque fueran criticados o increpados, consolando a decenas valencianos que fueron abandonados por el Gobierno.
México alguna vez contó con esa guía hoy sustituida por los ídolos políticos que, aunque sí tienen poderes ejecutivos efectivos, no inspiran ni de cerca lo que los reyes han representado para España en muchos momentos; no por ser Felipe de Todos los Santos de Borbón y Grecia particularmente, sino porque el Rey ha asumido de forma seria y constante, el valor que un rey significa, no para el Estado español, los políticos, sino para la Nación española, el pueblo.